El patrón se presentaba en el centro de un precioso altar efímero, rodeado de candelería y flores
Como es tradición, el día comenzaba a las ocho de la mañana con el volteo de campanas que anunciaban al pueblo el día grande y el Templo abría sus puertas para vivir una emotiva jornada en la que fueron muchos los fuentealameros que acudieron a cumplimentar un año más a San Agustín.
A las 12 de la mañana se celebró la solemne Eucaristía presidida por nuestro párroco D. Jerónimo Hernández y concelebrada por varios sacerdotes de la Diócesis y por el diácono Paco Saorín, asistidos por seminaristas del Seminario San Fulgencio.
Esa mañana el Templo completó su aforo, en consonancia con la masiva asistencia de fieles a las celebraciones del Triduo. Frente al altar mayor se encontraban las autoridades municipales, la alcaldesa Dña. Juana María, el teniente de alcalde D. José Antonio Oliver y otros miembros de la Corporación municipal, el jefe de la Policía Local y el brigada del Puesto de la Guardia Civil. También se encontraban las majas juveniles e infantiles que fueron las encargadas de leer las peticiones y que con sus trajes y coronas contribuían a engrandecer la celebración.
La homilía de D. Jerónimo giró en torno a la parábola del banquete de bodas. Dios aprovechó el rechazo de la primera invitación para ampliarla a todos los pueblos: «Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis convidadlos a la boda«. El párroco invitó a los presentes a salir a la calle y llenar el banquete con los hombres y mujeres que llenan la plaza de la Iglesia todas las madrugadas para ir a trabajar, con los matrimonios de doble vida, con los niños que necesitan amar y ser amados, con los jóvenes heridos que terminan en la droga, con los que solo viven para juzgar, con los que beben para olvidar sus problemas. Todos necesitamos ser invitados a la fiesta de la salvación, la fiesta del perdón, la fiesta de la vida.
En la parte musical, esta solemne celebración ha estado acompañada por las voces de la Coral «San Agustín» de la parroquia, que dirige D. Daniel y por las melodías del recién estrenado órgano de tubos a cargo de D. José García Nieto.
Ya por la tarde, después de dos años, el patrón volvió a salir en procesión por las calles del centro, donde fue acompañado y aplaudido por numeroso público. Como ya es tradición, en primer lugar iba Santa Mónica que era portada por mujeres de su asociación y detrás, San Agustín que era llevado por miembros de la Peña Los Tracas.
Al volver, el pueblo cantó por última vez el himno a San Agustín antes de entrar al Templo, acabando el día grande con unos magníficos fuegos artificiales.