En memoria del párroco D. Santiago Medina

Hoy se cumplen 110 años de su fallecimiento el 18 de abril de 1910, tras 29 de párroco en esta iglesia.

Santiago Medina Martínez nació el 26 de julio de 1844 en la calle Jabonerías de Murcia y fue bautizado al día siguiente por el presbítero D. Francisco Pérez García con el nombre de Santiago Mariano de las Angustias Bartolomé, en la iglesia de San Bartolomé de Murcia. 

Estudió con brillantes notas en el Seminario Conciliar de San Fulgencio y fue ordenado sacerdote en la iglesia de Santiago de Jumilla, siendo apadrinado por sus padres y predicando el párroco D. Pedro Pou de San Antolín. Su primera misa cantada tuvo lugar en la iglesia de San Agustín – hoy de San Andrés – de Murcia el 31 de mayo de 1870, fiesta de la Virgen del Amor Hermoso.

Tras permanecer más de dos años sirviendo la capellanía de las reales monjas agustinas de Murcia, se le nombró cura ecónomo de La Ñora y Javalí Viejo en 1876 y allí estuvo hasta 1882. Resulta curioso que a los niños bautizados en estas parroquias les añadía al nombre elegido por sus padres, el de Mariano y a las niñas el de María del Socorro.

Con motivo de un incendio y voladura de parte de la fábrica de la pólvora de Javali Viejo, este sacerdote sin reparar en peligros y sin hacer caso a las advertencias, con exposición de su vida se lanzó a prestar los últimos auxilios espirituales, recorriendo las instalaciones todavía humeantes ungiendo piadosamente los miembros que encontraba esparcidos. Cuando se realizó la lista de agradecimiento a las personas que colaboraron en la catástrofe para otorgar las debidas recompensas, se negó a formar parte de ellas.

Rigió aquella iglesia con gran acierto, prueba de ello es el artículo publicado en el Diario de Murcia cuando dejó La Ñora:
Es muy agradable para nosotros hacernos intérpretes del sentimiento profundo y general que ha causado en el pueblo de La Ñora la traslación del virtuoso sacerdote D. Santiago Medina, párroco de dicho pueblo. Cuando se ha sabido en aquel vecindario que su traslado era irremediable, todo el pueblo se ha apresurado a manifestarle el sentimiento, saliendo a la calle y prorrumpiendo en exclamaciones sinceras de pena que conmovieron al buen párroco. Es este un joven ilustradísimo, de vocación, de esos que saben bastante para no tener miedo a los que discuten, y de los que imitan a Jesucristo bajándose hasta los más humildes y llevando el consuelo a los enfermos, a los pobres, a los desdichados todos; como lo ha hecho en La Ñora, pueblo en el que no hay casa, choza, ni barraca, donde no se llore la ausencia de tan buen pastor. Vecinos de La Ñora nos dicen que el Sr. Cura debe salir de allí más pobre que entró, pues según ellos las limosnas que ha dado han sido mayores que los beneficios que él ha recibido.

Fue trasladado a Fuente Álamo a primeros de marzo de 1882 como cura ecónomo, encontrándose con una iglesia casi en ruinas que logró reconstruir y mejorar considerablemente, llegando a contar con sacristán, organista y campanero. Mediante oposición fue confirmado como párroco en 1888, de esta feligresía tan extensa, que después en ella se crearon otras cuatro más.

En el aspecto material podemos destacar diversas actuaciones: 

  • En 1884 hizo el camarín del patrón y vistió a San Agustín con los atributos episcopales, ya que anteriormente siempre vestía la sotana negra de su orden.
  • Trajo e instaló en órgano de tubos.
  • Reedificó el camarín de San José y retejó toda la iglesia al poco de llegar. 
  • Reedificó el camarín de Ntro. Padre Jesús Nazareno.
  • Reformó el presbiterio retirando el monumental Sagrario a uno de los altares del crucero. 
  • Colocó artísticas barandas que sostenían dorados atriles. 
  • Adquirió un buen Cáliz para las solemnidades litúrgicas.
  • Compró una Custodia, ya que la que había era de madera.
  • Compró una magnifica Cruz alzada y porta ciriales con plata y boquilla de bronce.
  • Instaló un nuevo altar mayor con esbelto y majestuoso tabernáculo rematado por una escultura de la Fe, acompañado de severo graderío; dotó de buenos frontales a los altares de las capillas y para ello trajo de Murcia al famoso dorador D. Antonio Caballero.
  • Transformó la casa parroquial habilitando unas estancias apropiadas para que el obispo, en los días de estancia en ella, al girar las visitas pastorales, pudiera hallarse con separación absoluta del resto de sacerdotes.
  • Fue el principal impulsor de la colocación del reloj público en 1887 con su correspondiente campana. Para su colocación hizo la aportación económica necesaria, agradeciéndoselo el ayuntamiento en acta.
  • Fue un firme defensor de la Ermita de San Roque. Gracias a él no acabó derruida y siempre se negó a que se le adosara alguna construcción.
  • Cuidó y ordenó el archivo parroquial, con todos los tomos encuadernados en cabritilla y teniendo adornados los lomos con simbólicos dibujos ejecutados por uno de los más famosos artífices murcianos de entonces.
  • Contribuyó económicamente a la fundación de la primera banda de música de Fuente Álamo y a la construcción del cuartel de la Guardia Civil.

En el aspecto espiritual:

  • Estableció la misa cantada y acompañada por el órgano.
  • Erigió el Apostolado de la Oración, adquiriendo una finísima imagen del Sagrado Corazón de Jesús que también fue pasto de las llamas.
  • Reactivó y mejoró la Hermandad del Rosario, cuyos  novenarios y funciones eran solemnísimos, trayendo banda de música para festejar a la Divina Señora del Santísimo Rosario.
  • Su predicación desde el pulpito era constante, reforzada en los domingos y viernes de Cuaresma.
  • A los cultos de Semana Santa, en los que oficiaba rodeado de todos los sacerdotes de la villa, les imprimió un esplendor inusitado.
  • Párrafo aparte merece su fervor por el culto a San Agustín, para el 28 de agosto guardaba el mayor fasto y solemnidad, encargando el panegírico a los mejores oradores de la Diócesis. Traía la capilla y voces de la catedral de Murcia para oficiar en las solemnes vísperas y misa del patrón.